Nunca sé muy bien que me pasa. Aveces creo que soy yo contra esa marea espesa que me deja ciega. Otras tantas, simplemente, creo que corro con la marea porque me resulta más fácil, y una vez más demuestro que ni sé donde me encuentro. No me encuentro, sino que me pierdo entre tantos pensamientos, entre charlas inexistentes, entre no-amores fuertes y dolorosos. Encontrar un loco suelto y me acompañe, y la loca soy yo. Busco amor, no es tan difícil, no entiendo porque no lo encuentro. Si supiese donde estoy, capaz, en una de esas... no. Tengo ese poder de la mente de imaginarme mil situaciones, es maravilloso como mi mente maquina las 24hs del día, que me creo que el mundo es tan brillante, que todo va conmigo, que sé donde tengo que ir. Tengo ese poder de la mente, que me juega tan en contra. Siempre creo que lo que imagino va a pasar. Y me termino lastimando peor de lo que me lastiman los demás.
Me encuentro a mi misma teniendo conversaciones con alguien que no quiere irse de mi. Ahí me doy cuenta porque es que quiero seguir adelante: te quiero sacar de mis entrañas. Y no puedo, porque sos pieza fundamental de lo que soy hoy. Sos ese que me hizo lo que fui y sigo siendo, porque tenes ese maldito poder de aparecer cuando menos lo necesito, cuando más lejos te quiero. Y entonces te apegas más a mi, sin entender que lo lejos que te quiero es imposible calcular. Será que pertenecemos a la misma historia?, o será que yo te quiero en mi historia y por eso no salís?. Jeites me dice que mi mundo lo hago yo, y vos?. No entiendo. No sé quien soy ni para donde quiero ir. No me interesa saberlo, pero mi norte esta pegando fuerte.
Llamo a mi propia puerta, me hablo, me entiendo, me escucho. Leo, leo y sigo leyendo. Estoy intentando perderme en las hojas de un libro ya leído, de un amor ya encontrado, de algo que ya perdí hace tiempo. Para encontrar la paz hay que no pensar, y yo no hago más que hacerlo. Nunca sé que me da miedo. Nunca supe hasta hoy. Y más miedo me da saberlo, y entender que ahora no tengo excusa para no afrontarlo.
Al miedo hay que mirarlo y enfrentarlo. Nos ponemos de pie, lo saludamos cordialmente, nos abrazamos, y con los ojos clavados en él, hay que entenderlo. La revolución de amor es simple, y concreta. Si al miedo lo dejamos ser, nos vamos a convertir en nada menos que en unos cagones. Cagon no quiere ser nadie en esta vida. Entonces le hacemos frente y le hablamos con voz fuerte y clara, para que entienda que nosotros somos mucho, pero mucho, más fuertes que él, y que no va a poder contra nosotros. Si miramos a nuestro al rededor, nos vamos a encontrar tan acompañados que vamos a poder lucharle sin miedo, sin frío y sin malas sensaciones. Aquel miedo es nuestro y podemos hacer de él lo que queramos y como queramos. No hay más que pisar fuerte el suelo, avanzar tranquilos, y respirando echarlo lejos. Bien lejos, donde no pueda hacernos nada. Se trata, en esta vida, de ser más fuertes que nosotros mismos.
Y yo a mi miedo de avanzar lo voy a vencer. A capa, espada y lápiz voy a volver loco a mi puto miedo de ir hacia delante, de dejar atrás al pasado. Me paro, lo miro de frente y le digo fuerte y claro: yo soy dueña de mi propia vida.
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