miércoles, 31 de agosto de 2011

Hoy el alma me lloró un poco. Sentí ese dolor que sentís cuando algo te desgarra. Candela murió.
Durante nueve días el país quedó quieto, y al mismo tiempo nunca se movió tan rápido. Fueron tan solo unos pocos días, que lograron la extinción de partidos políticos, religiones y pensamientos: fuimos un solo país. Y esta vez todos tirábamos para el mismo lado. En mis cortos diecinueve años aprendí que si todos nos ponemos de acuerdo las cosas salen bien, y esta vez esto estaba pasando. La cara de Candela se encontró en cada recoveco del país, pasó a formar parte de nuestra vida. Fuimos todos padres, hermanos, y amigos de Candela. Pero llegamos tarde.
Hoy cuando se conoció la noticia, se sintió el silencio en el aire. Todos prestamos atención a la televisión, y de nuevo fuimos uno, unidos, dándonos fuerza. Estaba parada mirando la tele desde afuera de un bar, y en un segundo vi como un señor lloraba en silencio. Y en ese momento entendí que a los Argentinos nos unió la desesperación de una chica perdida, y el resto de los días nos separa un pensamiento distinto.
Hoy le pido a todos los Argentinos que ahora que estamos unidos por una busqueda inconclusa, no nos dejemos separar por una muerte injusta. Que ahora peleemos por los otros 205 chicos que faltan. Si tiramos todos para el mismo lado, vamos a llegar más rápido.
No nos dejemos dormir-

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